Carlos Frontaura

Carlos Frontaura (Madrid, 1834-Madrid, 1910), abogado, periodista y dramaturgo.

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Carlos Frontaura Vázquez nació en Madrid en 1834. Abogado de profesión, fue un escritor polifacético, dramaturgo, novelista y periodista español.

Tempranamente comenzó a colaborar como redactor en algunos diarios como La España, El Estado, El Gobierno y El Día. Su implicación política se hizo patente desde sus escritos en algunos diarios, donde se mostró partidario de la Restauración. Carlos Frontaura tuvo una presencia activa en numerosos periódicos de la época, como El Reino, La Educación Pintoresca, El Día, La Cosa Pública, La Ilustración Española y Americana, La Ilustración Artística, La Ilustración Católica, La Época, La Lidia, Blanco y Negro, La Gran Vía, La Risa, El Gato Negro, … Fue director de El Grillo, en 1863 fundó el diario satírico El Cascabel, y se puso al frente de La Cosa Pública, La Gaceta de Madrid, El Principado y La Dinastía. Como periodista, destaca en el campo de crónicas y de los cuadros de costumbres por su mirada irónica. Algunos de sus artículos se recogieron en libros como Caricaturas y retratos (1868), Tipos madrileños(1888) o Gente de Madrid: siluetas y semblanzas(1895).

Frontaura muestra un interés particular por la literatura infantil. En 1870 se pone a la cabeza de Los Niños. Revista de educación y recreo, cuyo destinatario era el público más joven. El literato dirige y colabora en esta publicación en la que hay destacados escritores de la época: Hartzenbusch, Campoamor, Zorrilla, Gómez de Avellaneda, Trueba, Teodoro Guerrero,… La revista se editó en Madrid (1870- 1877) y en Barcelona (1883-1886). Asimismo, dirigió otros diarios como La Edad dichosa (1890) y La Infancia. En 1882 vio la luz Un ramo de violetas: Cuentos para niños y niñas, ilustrados con setenta y un grabados, un libro que reúne cuentos infantiles. Con su amigo Teodoro Guerrero creó la biblioteca de novelistas morales Cuentos de salón, con la intención de rechazar abiertamente la literatura que tendía a incluir aspectos pornográficos.

Fue un autor prolífico cuya labor periodística está ligada a la literaria, que tocó varios géneros y cuya producción fue desarrollándose y transformándose a lo largo de su vida. Así lo afirma Baquero Goyanes en El cuento español. Del romanticismo al realismo: «Pero sus gustos literarios evolucionaron con el paso del tiempo; y desde el costumbrismo madrileño inicial, pasó a interesarse por el naturalismo, como lo demuestra su traducción de Pedro y Juan de Guy de Maupassant» (pp. 115-116). Algunas de sus novelas costumbristas son Brígida(1872),Doce maridos(1873), Las madres(1883) o Miedo al hombre (1887). Como dramaturgo escribió comedias que contaron con el favor del público: El filántropo(1856) o Las tres rosas(1878). Otras obras suyas son: El duende del Mesón(1856), El novio de China(1856),El velo de encaje(1856), y un largo etc…

Frontaura fue libretista de zarzuela: Céfiro y Flora(1858), Un caballero particular(1858) con música de Barbieri,Doña Mariquita(1860), De incógnito(1861),Los pecados capitales(1861), En las astas del toro(1862),Matilde y Adhel(1863),El maestro de Ocaña(1874),El Maestro Campanone(1905).

El escritor madrileño publicó también Poesías(1858) y Romances populares(1867).

Colaboró con El Museo Universal en cinco ocasiones, de las cuales, solo una fue un cuento. Produjo para el diario tres artículos de costumbres sobre el novio, la novia y las nodrizas, bajo una audaz ironía. Además publicó una poesía dialogada sobre el amor y la relación entre un padre y su hija.

Ocupó cargos públicos en el Consejo de Ministros, fue Gobernador civil de varias provincias españolas, director de la Gaceta de Madrid, estuvo a la cabeza de la Beneficiencia general y fue jefe de política en el ministerio de Gobernación. Al final de su vida permaneció alejado del mundo de las letras y de la política y fue delegado de la Sociedad de seguros La Catalana. Murió el 22 de octubre de 1910.

FUENTE: texto extraído de http://gicesxix.uab.es/showAutor.php?idA=315

autor: Pepi Jurado Zafra

De su etapa política encontramos este interesante artículo de su paso por Almería como gobernador civil.

Llegó de la villa y corte a una aislada Almería (aún no había rastro de puerto ni ferrocarril) para impulsar las obras del Muelle, una mañana de primeros de marzo de 1878. Y se marchó en plena feria de agosto, tan solo seis meses después.

Fue el gobernador ilustrado de la más seca provincia de la época en la Restauración borbónica; el periodista y literato que en solo medio año hizo amistades inquebrantables entre los patricios locales, entre sus colegas de la prensa diaria y satírica de Almería; entre las clases populares, que aplaudieron que rebajara el cobro del impuesto sobre el consumo en los fielatos y la exacción ilegal de los funcionarios en el cobro de discrecionales tasas a los vecinos.

Fue Carlos Frontaura y Vázquez (Madrid, 1834-Madrid, 1910) el más encendido ejemplo en la historia de Almería de que para emprender empresas esenciales, para desenredar entuertos, para enmendar yerros, no es necesario acumular décadas en la poltrona: con solo seis meses, Frontaura se bastó para embocar por fin la constitución de la Junta de Obras del Puerto, para limar asperezas entre egos tan singulares de la época como los Balmes, Roda, Orozco, Terriza o Vílchez; o para conquistar el corazón de la ciudad como autor de obritas de teatro que se representaban en el Teatro Principal.

Cuando su amigo Cánovas del Castillo le otorga el Gobierno de la ‘ínsula’ de Almería, Frontaura era un polifacético madrileño que había adquirido ya notoriedad como abogado y como fundador del diario satírico El Cascabel, donde colaboró también el periodista abderitano Enrique Sierra Valenzuela. También se había erigido ya como uno de los principales impulsores de la zarzuela española y como autor teatral con sus obras ‘Las astas del toro’ y ‘Un caballero particular’.

La sociedad almeriense de la época lo recibió con hosannas, hartos de su antecesor, el gobernador interino don José Blanco Muñoz, y acordándose del añorado Onofre Amat, el primer gobernador de la provincia tras el pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto que laminó lo poco que quedaba ya de la I República española, aquella que enarboló el paisano alhameño Salmerón. Almería, en esos días tan lejanos, estaba rematada por un humilde fondeadero parcialmente abrigado, que había empezado a construirse a partir de 1838, donde desembarcó Isabel II en su solemne viaje de 1862.

Solo entraban a puerto algunos famélicos pailebotes, laúdes, bombardas, bergantines, goletas y pequeños vaporetos que hacían acopio de uva y mineral en los primitivos tinglados junto al fielato. En menos de un mes, Frontaura convocó asamblea para la constitución de la Junta de Obras del Puerto que venía fraguándose desde hacía siete años a través de una Junta Gestora. Se asignó un sueldo de 2.000 reales mensuales al ingeniero Trías que había sido designado como director de las obras.

Bajo la presidencia de Frontaura y del jefe interino de la Sección de Puerto, Manuel Ceferino Rincón, quedó definitivamente constituida, previas elecciones en Diputación, la Junta en la que figuraban nombres tan capitales como el arquitecto Enrique López Rull, Antonio Barbarín, José Spencer, Justo Tovar, Miguel Morcillo, Cristóbal Espinosa, Miguel Balmas, Patricio Benítez, Vicente Gay, Luís Terriza, Fernando Roda, José María Castillo, Antonio Iribarne, Manuel Orozco, Felipe Vilches y Francisco Jover.

Se autorizó por Real Decreto el cobro de arbitrios e impuestos de carga y descarga para financiar las obras. Sin embargo, los problemas financieros seguían bloqueando el comienzo de los trabajos. Ni siquiera la presión del diputado Navarro Rodrigo consigue el compromiso de una asignación presupuestaria suficiente en el ministerio de Fomento. Al contrario que Málaga y Cartagena, que sí encuentran reales generosos para sus proyectos.

En esta tesitura, en Madrid obligan de nuevo al gobernador literato a cambiar de plaza. Esta vez lo destinan a la manchega Ciudad Real, a tierras mesetarias adornadas de molinos cervantinos.

Tuvo tiempo aún, Carlos ‘El breve’, para estrenar en el Teatro Principal una comedia de su autoría titulada Las tres rosas, que fue muy celebrada por el público.

Frontaura se marchó de Almería en coche de caballos, entre los primeros petardos de la feria, con el alma herida, tras granjearse el respeto de la ciudad sureña. Aunque el olvido de su figura, fue tan rápido como su acogimiento inicial. Le sustituyó al frente del gobierno Civil Federico Sauco y Brieva, en una época en la que se cambiaba de gobernador como de pañuelo. Desde la distancia, desde periódicos como El Espejo, Frontaura siguió apoyando a Almería en causas tan nobles como recaudar donativo para las víctimas de la matanza de almerienses en Saida.

Falleció en 1910, a los 76 años, olvidado por todos, en una humilde casa de huéspedes de la madrileña calle Carretas, tras legar más de una veintena de obras -algunas de temática almeriense- y haber sido uno de los autores más populares y fecundos del viejo Madrid.

FUENTE: MANUEL LEÓN
Redactor – jefe de «La Voz de Almería» y directivo de la Asociación de Periodistas – Asociación de la Prensa de Almería (AP-APAL)

(Publicado en «La Voz de Almería«, serie «Historias económicas«, domingo, 24 de junio de 2012, página 28 )