Ventura Ruiz Aguilera

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VENTURA RUIZ  AGUILERA

(1820-1881)

Nació en 1820 en Salamanca, donde se graduó en medicina. En 1844 se mudó a Madrid donde ejerció el periodismo, además de intervenir de manera activa en la política de su tiempo afiliado al partido liberal.

Colaboró en diferentes periódicos, como El Tío Vivo, El Nuevo Espectador, La Reforma, Semanario Pintoresco, La Europa, etc.

Fue además redactor político en semanarios como Los Hijos de Eva (Alicante, 1849) y diarios como La Prensa, El Sueco, La Nación y La Iberia y dirigió además El Museo Universal, es en esta etapa en la que Vicente Moreno de la Tejerá, joven de 18 años, conoce a Ruiz Aguilera quién publica en El Museo Universal los primeros poemas de Vicente, y coinciden en numerosas reuniones poéticas, normalmente presididas por Ventura Ruiz, donde Vicente comienza a darse a conocer.

Ventura Ruiz fue autor dramático y poeta. Como poeta publicó Veladas poéticas, poesías serias, satíricas y burlescas (1860), Elegías (1862), Armonías y rimas varias (1869), etc.

Entre su producción novelística figuran los siguientes títulos: El conspirador de a folio (1848), El beso de Judas(1860), El Mundo al revés (1865), etc.

Ventura Ruiz de Aguilera colaboró en la colección de estampas costumbristas Las españolas pintadas por los españoles (1871-1872). Ganó gran popularidad con una colección de poemas titulada Ecos Nacionales (Alicante, 1849, 2.ª ed. 1854), colección de leyendas antiguas a las que trata de otorgar un sentido social, a la manera de Salvador Bermúdez de Castro, con fondo patriótico y religioso; siguieron después Sátiras (Alicante, 1849), donde aunque se declara seguidor de Juvenal sigue principalmente a Horacio y Boileau, donde domina el tema literario y que fueron compuestas en su destierro a Alicante; Harmonías (1863), Inspiraciones (1865), La Arcadia moderna (1867), Leyenda de Nochebuena (1867), Elegías (1873), en las que destaca insuperable el bloque de composiciones destinadas a la muerte de su única hija, Elisa; y Estaciones del año (1879), entre otras obras poéticas donde algunos han apercibido el influjo de Alphonse de Lamartine y su amor por la libertad y las virtudes evangélicas. Traducido a otras lenguas, Marcelino Menéndez Pelayo consideró que su lírica no había recibido toda la atención que realmente merecía: «Escribió mucho bueno y en muchos géneros, y es, a mi juicio, uno de los mejores y más completos poetas de su tiempo». Con este juicio coincide José María de Cossío en sus Cincuenta años de poesía española.

También inició una carrera teatral menos importante que la lírica, con piezas como Un don Juan de Calderón (comedia, 1844), Del agua mansa nos libre Dios (comedia, 1847), Camino de Portugal (1849, drama) y La limosna y el perdón (1850, comedia), escribiendo además en colaboración con Tomás Rodríguez Rubí No se venga quien bien ama (1847, comedia) y con Francisco Cea Bernardo de Saldaña (1848, drama histórico).

En Madrid también se desempeñó como director del Museo Arqueológico Nacional (MAN).

Durante su cargo como director del Museo Arqueológico, organizó comisiones científicas para adquirir objetos con los que aumentar la colección. Es en esta etapa donde de forma indirecta se vuelven a cruzar los caminos de Vicente Moreno y Ventura Ruiz, mientras la fragata Arapiles, de la que Vicente era médico segundo, estaba en Nápoles, se fraguó una comisión diplomática y educativa al Oriente próximo con el fin de mostrar el pabellón y se decidió aprovechar el viaje para llevar a cabo una comisión científica encaminada al estudio y adquisición de piezas arqueológicas con destino al recién creado Museo Arqueológico Nacional a instancias de Ventura Ruiz. El Viaje fue auspiciado por un grupo de políticos influyentes que tenían un denominador común, pertenecer a una logia masónica. Cómo sabemos Vicente también pertenecía a La masonería, y dado el carácter progresista de Ventura Ruiz podemos suponer que esta pudo ser otra conexión.

Ventura Ruiz fue buen amigo de Benito Pérez Galdós, no se sabe cuándo se hicieron amigos. Debió ser a la llegada de Benito a Madrid, cuando Ventura llevaba allí casi 20 años, y duró hasta la muerte de éste en 1881. Los dos, forasteros en la capital, a donde habían venido decididos a ganarse el pan por la pluma, recurrieron devotamente a las redacciones periodísticas y otros puntos de reunión, como el Ateneo. Eran buenos oyentes. No les gustaba hablar. Huían del mundanal ruido, laboraban recluidos en sus casas donde trabajaban enormemente, no les gustaba figurar en sociedad ni en sociedades. Hombres calmosos y pasivos, aunque de ideas e ideales arraigadas y avanzadas (Ventura era progresista), les atraía sin embargo en otros el fanatismo, el dogmatismo y las manías de la humanidad. No para atacarlas, sino para estudiar, exhibir y sopesarlas. Ninguno se echa nunca a la calle. Son tolerantes y comprensivos. Pero son enamorados de España y de los españoles. Recorren su patria y multiplican encuentros cordiales con sus compatriotas — Ventura muchas veces buscando en balnearios remedios a sus repetidas enfermedades. Les encanta sobremanera el habla popular. No por sentimientos democráticos —no son hombre políticos ni de masas —sino por gustar de ella y creer además que es en la palabra hablada, en la expresión directa del hombre, que encontrarán el espíritu nacional. Ambos protestan contra la inundación de modas, literarias y lingüísticas gálicas, y creen que el morbo se cura haciendo hablar a los españoles castizos. De allí su gusto por refranes, dichos, situaciones callejeras y tipos populares.

Galdós le dedicó varias reseñas. Como poeta le había puesto muy alto y muy moderno :

Pocos poetas habrán penetrado tan rectamente como don Ventura Ruiz Aguilera ese armonioso y sagrado consorcio de la verdad y la belleza. Ni al ser realista en los Ecos nacionales, ni al ser humorista en la Arcadia moderna ha dejado de ser poeta eminente, al mismo tiempo que hería con singular delicadeza y exquisita ternura la más sonora fibra del sentimiento humano en las Elegios.”

Ventura Ruiz fue también quien comenzó la edición, el año 1872, de la revista Museo Español de Antigüedades, dirigida por Juan de Dios de la Rada y Delgado, que a su vez fué el responsable de la comisión científica de la fragata Arapiles á Oriente y por tanto compañero de viaje de Vicente.

Ventura Ruiz fue miembro de la Academia de Buenas Letras de Sevilla y oficial del ministerio de la Gobernación y siempre fue amigo de Asturias, como lo demuestran las palabras que escribe en La Revista de Asturias en 1880:

Debo gratitud y cariño especiales a esa noble provincia, porque, además de ser de las que con mayor número de lectores y de simpatías han favorecido siempre las producciones de mi pobre ingenio, otra Revista, asturiana también, EL NALON , insertó hará cerca de cuarenta años, uno de mis primeros ensayos poéticos, titulado Canción del ángel negro, honrando yo con trabajos de escritores asturianos las columnas de LA LIRA DEL TORMES que dirigía, por aquel entonces, en Salamanca. ¿Cómo hoy por mi edad y mis achaques vivo aislado del centro de esta capital, que es el de toda actividad, no he de corresponder con profundo agradecimiento al recuerdo y al saludo fraternales de las personas a quienes contesto?”

Meses después, en julio de 1880-, Ventura Ruiz Aguilera visita Asturias, viene buscando alivio para sus dolencias. Leemos en EL CARBAYON (n.O 83: 18-VJI, pág. 2, Sección Provincial): «Ayer hemos tenido el gusto de saludar al eminente poeta Ruiz Aguilera, que pasará una temporada en Asturias. La sección literaria de la Academia de Jurisprudencia prepara una velada en honor del inspirado autor de los Ecos Aracionales, que tendrá lugar esta noche en el Paraninfo de la Universidad ».

La velada resultó memorable. Unas palabras de Adolfo Buylla, Presidente de la Academia de Jurisprudencia, abrieron el acto. Fermín Canella leyó una composición titulada La gaita asturiana; Buylla una semblanza de Ruiz Aguilera, original de Armando Palacio Valdés. Las ilusiones perdidas, poesía del homenajeado y Cantar y mas cantar, poesía de Acebal, fueron leídas por Terrero y Jove y Bravo respectivamente. Aquí dió fin la primera parte.

Inició la segunda parte de la velada Leopoldo Alas, leyendo El dolor de los dolores, elegía que Ruiz Aguilera dedicó a Elisa, su hija muerta, («Sin duda en ocasión en que Alas ensayaba a solas la difícil lectura de tales pasajes, tocado de aquella misma influencia que después conmovía profundamente al público, tomó la pluma y trazó de una vez las acabadas estrofas que puso como digna introducción y que recibimos con nutrido aplauso»

Fallece Ventura Ruiz Aguilera en Madrid, a 1 de julio de 1881. La noticia entristece a sus amigos asturianos, que públicamente manifiestan su duelo. La REVISTA DE ASTURIAS (n.º 13: 15-VII, pág. 225) inserta una nota y un soneto necrológicos, ambos sin firma alguna. En LA ILUSTRACION GALLEGA Y ASTURIANA (t. 111, n.O 19: 8-VII, págs. 21 9-220), Manuel Murgía recuerda emocionadamente al amigo muerto. Y Teodoro Cuesta dijo:

iYera una gloria, un portentu,

foi un plasmu de talentu

y utru mayor d’ homildá!

……………………………………..

……………………………………..

………………….e na güesera

d’ un campu-santu, Aguilera,

fechu ceniza estará;

pero al matallu, la muerte,

otra vida i-dió más fuerte

que yé la inmortalidá.

Algunas obras relevantes:

    • Elegías y armonías (1863)
    • Sátiras (1874)
    • Estaciones del año (1879)
    • Europa marcha
    • El conspirador de á folio
    • Del agua mansa nos libre Dios
    • No se venga quien bien ama
    • Bernardo de Saldaña
    • Camino de Portugal
    • La limosna y el perdón
    • Flor marchita

Pueden encontrar algunos de sus poemas en

http://www.suspoemas.com/poemas/poemas_ventura-ruiz-aguilera_1252

Fuentes:

EL POETA VENTURA RUIZ AGUILERA Y ASTURIAS (JOSE MARIA MARTINEZ CACHERO)

UNA RELACIÓN LITERARIA Y CORDIAL (REGINALD F. BROWN) Universidad de Leeds

WIKIPEDIA

MONOGRAFIAS.COM

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